“El
lenguaje de la emoción”
“Donde mueren las
palabras, comienza la danza, la música "........ y escuchamos la
resonancia de nuestras vidas. De pronto, interviene el coordinador y hace
manifiesto un emergente. Mágicamente produce un cambio. Nos
tumbamos, nos paramos, volvemos a caer y nuevamente en pie. ¿Así será siempre?
¿Qué es esto?.... ¿Una ópera?..... ¿Una cantata?..... ¿Una novela?..... ¿Una
danza lingüística y emocional?...... ¡Sr. Facilitador! : ¿Será esta la
vida misma?
A
medida que pasa el tiempo los seres humanos estamos cada vez más inmersos en la
tecnología, pero menos comunicados entre nosotros. La tecnología, con su
avance, nos facilita conocer simultáneamente lo que está sucediendo en
cualquier parte de la tierra, pero ningún avance tecnológico nos dará la
posibilidad de cerrar los ojos y tener una mirada interior que nos permita conectarnos
con nuestros sentimientos y emociones que, sobre todas las cosas, son únicas y
propias de cada uno de nosotros.
Podemos
trabajar de muchas formas nuestros sentimientos y emociones, pero no de todas
se obtienen resultados tan sorprendentes como los que conseguí sacar el pasado
sábado en el máster de Musicoterapia.
Trabajamos
con Biodanza. Hasta el momento era
una disciplina nueva para mí. La incertidumbre me pudo y enseguida me metí en
Youtube a ver vídeos sobre esta disciplina. No me quedó muy claro. En los
vídeos aparecían grandes grupos dándose abrazos, moviéndose y sin hablar…
Interesante… pero ¿raro?
Hoy
puedo describir la Biodanza como el lenguaje de la emoción.
Esta
experiencia fue algo inesperada y a la vez agradable.
Comenzamos
la sesión con una ronda en la que la presencia de cada participante era
relevante, valorando nuestra singularidad y diversidad en un solo espacio.
No
se habló durante la sesión, pero no hacía falta hablar. La mayor parte de
nuestra comunicación con los otros no fue a través de la palabra, sino de
nuestra gestualidad y postura corporal; De tal modo, que aquí hablaban el
cuerpo, las emociones, nuestras miradas… difícil de explicar, pero fácil de
hacer, ya que no costó ningún trabajo.
La
facilitadora nos ofreció un breve contexto del contenido de la clase de forma
sencilla, dejando claro que la Biodanza no es un dogma, ni una religión, ni un
sistema de creencias específico, sino que es un espacio que invita a la persona
a encontrarse consigo misma, con el otro, con la vida…
Después de colocarse la primera
música, inmediatamente las emociones empezaron a fluir. Hello
goodbye, una de mis canciones preferidas de los Beatles. Muy apropiada para
empezar a sentirme libre en este espacio y sacar todo lo que llevaba dentro.
Empezamos
a caminar por el espacio como si no hubiese mañana, más libres que nunca,
saludando con una sonrisa a todos los que nos encontrábamos a nuestro paso. No
porque nos pidieron que tuviéramos que sonreír sino porque ya habíamos entrado
en el círculo de la biodanza, salía solo. Y así fue transcurriendo la mañana.
Hicimos ejercicios individuales, por parejas, en grupos…
El
vivir esta maravillosa experiencia me ha hecho darme cuenta y sentir que una mirada puede sustituir
mil palabras, de que un gesto es más valioso que cualquier otra acción, y que
una caricia puede significar una inmensa alegría.
Me
ha ayudado a dejarme sentir sin juzgar ni analizar las emociones o sentimientos que surgían de lo más profundo de mis células;
sino dejar simplemente a dejar que fluyan. También me ha dado la oportunidad de
conocer a muchas y muy diversas personas.
La inmensa mayoría de ellas abiertas, amables, cariñosas, que me han acogido
con afecto en mis primeros pasos de movimientos torpes y rígidos, y que me han
ayudado a permitirme explorar en ese
campo sin sentirme ridícula.
Igual
todo esto suene un poco abstracto, demasiado terapéutico o incluso a algunos
les parezca algo extraño, pero realmente os aseguro que funciona.
Sé
que es difícil de explicar, de hecho cuando llegue a casa intenté transmitir
todo lo que había sentido, pero es imposible. Hay que vivirlo y os animo a
ello.