Exploradora en prácticas

-  “Se necesitan voluntarios para realizar una salida con los alumnos de la licenciatura de Ciencias de la Actividad Física y Deportiva”

Así comenzó la aventura… De primeras me llamó la atención y sin pensarlo cogí la agenda para ver si tenía disponibilidad en los días propuestos y puse mi nombre en la lista que se había realizado. Después me di cuenta de que no me había fijado en quién de los compañeros de clase más cercanos estaba apuntado y quién no, algo que me sorprendió de mi misma ya que iba a un contexto desconocido, con gente que tampoco conocía y cuando voy con alguien cercano me es más fácil adaptarme, sin embargo algo me impulso a (como decimos mucho nosotros en clase) jugármela.

Al día siguiente en clase, estuvimos mirando la gente que se había apuntado y nos dimos cuenta de que habíamos elegido todos las mimas fechas, las de después de semana santa, así que dos amigos y yo decidimos traspasar nuestra salida al día que no había nadie apuntado.

El día de antes de esta hazaña preguntamos a los compañeros que habían ido el año pasado que nos contaran un poco en qué consistía la salida y lo más importante, qué ropa y calzado teníamos que llevar. Nos animaron bastante, ya que todo eran experiencias positivas.

Llego el día de la salida. Como los tres que íbamos somos de Guadalajara, quedamos para ir en un coche. Nada más entrar en el coche nos dijo Nico que le había llamado nuestro profesor (el propulsor de la salida) para decirle que le había surgido un imprevisto y que no podía venir con nosotros. Se nos quedó cara de decepción, y cómo que se nos quitaron un poco las ganas. Ahora lo pienso y no lo entiendo, esa salida era para nosotros, no para que viera el profe que habíamos ido, ni como lo estábamos haciendo, pero en el momento instintivamente algo nos desanimó.

Llegamos a Alcalá y en consecuencia al pabellón donde habíamos quedado pero por azar…no sabíamos muy bien si era ese sitio. Aparcamos y nos acercamos a la puerta del pabellón, ahí vimos a algunos de los chicos con mochilas y bolsas de bocadillos. Íbamos a preguntar si eran los chicos de INEF cuándo me encontré a una chica que trabajaba allí y me entretuve hablando con ella, entre esto llego el profesor de los chicos de INEF que también nos acompañaba en la salida y se presentó. Nos invitó a pasar dentro del pabellón y nos preguntó nuestros nombres. Entre nervios e incertidumbre fuimos mirando a nuestros “profesores de aventuras” y reconociendo alguna de las caras conocidas (En Guadalajara nos conocemos casi todos xD), empezamos a hablar con alguno de ellos.

Tras las presentaciones nos hicieron elegir un número (no sabíamos muy bien para qué) y nos dividieron en grupos. Sorpresa para nosotros, ya que pensábamos que íbamos a ir todos juntos en un grupo.

A mí me toco un grupo de tres chicos que empezaron presentándose y explicándome lo que íbamos a hacer. Después sacaron un mapa con la ruta que previamente había preparado y me enseñaron a manejar la brújula ya que el ejercicio era para la orientación (la mía de serie es nula xD).

Tras cumplir con el protocolo delante del profe, hicimos marcha hacia el campo. “Dimos tres pasos” y me dio la sensación de que nos habíamos trasportado por arte de magia. Pasamos en cuestión de segundos del núcleo urbano a un paseo de árboles, pájaros, río, montaña….

Uno de los tres chicos que iba en mi grupo se adelantó a hablar conmigo para romper el hielo. Pronto encontramos temas de los qué hablar.

Tras andar unos 5´por un camino, nos encontramos con el río. ¡Había que cruzarle! Ya estábamos advertidas, pero al ver lo ancho que era se me rompieron los esquemas.

Río Henares

Y ahí fue el primer obstáculo…yo me había llevado chanclas, pero el profesor de los chicos nos dijo que para cruzar el río había que tener el pie sujeto por el talón, así que tuve que cruzarlo con mis zapatillas e ir con los pies mojados parte del camino. Menos mal que había un sol radiante y se me secaron rápido.

Tras cruzar el rio los grupos se bifurcaron. La ruta que había organizado mi grupo era bastante asequible, fui cómoda durante todo el trayecto.

Fuimos con el mapa, yendo punto por punto de los que habíamos marcado, pero a mitad del camino se nos torció la cosa. No encontrábamos el sendero que nos tenía que llevar para subir un monte… volvimos a sacar el mapa y seguíamos sin ver el camino. Ahí entraron en conflicto el que había realizado la ruta y otro de los chicos.

-           “Joder tío, si vas a hacer las cosas hazlas bien, sino no las hagas, porque… ¿Ahora qué?”

Entre el otro chico y yo conseguimos ponerle un poco de humor al asunto y seguimos el camino hacía el siguiente punto.

En este paramos en un merendero a comer. Empezamos a sacar las bolsas de la mochila y cuál fue mi sorpresa cuando el que tenía al lado tenía una manzana y el otro tostaditas biocentury integrales! Yo no es que sea de comer mucho pero de toda la vida al campo se lleva el bocata de tortilla o de lomo! Jajaja.

Tras la comilona, seguimos nuestra marcha hasta volver a cruzar el río y volver al pabellón. Ahí me encontré con mis otros compañeros de clase y estuvimos contando anécdotas.

Desde aquí, agradezco a estos chicos que estuvieron pendiente de mi durante la aventura (sobre todo cuando se acercaba una avispa…soy alérgica). Me sentí muy a gusto con ellos; y  sobretodo a nuestro profesor y al suyo (Raúl) por organizar este tipo de actividades en conjunto, ha sido una gran experiencia.