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domingo, 5 de febrero de 2012

APRENDIENDO A CREAR


Debajo un botón, ton, ton, que encontró Martín, tin, tin, había un ratón, ton, ton, ¡ay! que chiquitín, tin, tin… Así empezamos nuestra clase, pero: ¿Era esto un simple juego?

Gracias a Alicia Wechsler pudimos comprobar que había un trasfondo muy importante detrás de esta y otras muchas canciones que sonaron en el taller. Nos dimos cuenta que a través de ellas, podíamos desarrollar nuestro potencial creativo y nuestra capacidad de expresión, así que imaginaos en los niños, que son espontaneidad pura, lo que puede suceder…

Ya lo he comprobado en mis clases de “Música y Movimiento”, y os aseguro que da resultado.

La creatividad es un aspecto importante del desarrollo porque genera procesos (discriminación, integración, síntesis) que conmueven y liberan asuntos internos desde lo espontáneo y a su vez utiliza reglas (juicio) que potencian la adaptación activa y transformadora de la realidad y sus contextos (Crear Salud - Aportes de la Musicoterapia preventiva -Patricia Pellizzari pág42).

Por ello uno de los aspectos en los que incidimos es en que el objetivo inicial no es formar músicos sino sujetos libres, equilibrados y felices que puedan disfrutar de la vida.

Otro de los aspectos en los Alicia incidía es la importancia del ritmo ya que desde muy pequeños los ritmos nos hacen movernos.

Cuando trabajo con mis niños ejercicios de marcar el ritmo, ellos  lo hacen de forma natural. Es un ritmo parecido al del latido del corazón, entre uno y dos golpes por segundo.

 También he observado que cuanto más rápido marcamos el ritmo, más les levanta el ánimo y les da energía. Los científicos piensan que se debe a que en nuestro interior sentimos que estamos escuchando los latidos ir más rápido y eso nos hace sentirnos entusiasmados. Pero la música consigue algo más que sentirnos alegres o tristes…despierta en nosotros todo un abanico de emociones. Me gusta jugar mucho con esto para poder canalizar sentimientos, sensaciones…funciona a la perfección.

Otra de las cosas curiosas que he descubierto es que les apasionan los sonidos fuertes. ¿Por qué?

Según diversos estudios, estos sonidos tienen un efecto muy particular en nuestros sentidos. En el interior del oído junto al diminuto caracol con el que oímos, hay una serie de estructuras diseñadas para percibir como se mueve la cabeza. Una de ellas es el sáculo, una bolsa llena de una sustancia gelatinosa que nos dice lo rápido que estamos avanzando. En principio el sáculo no tiene nada que ver con la audición, pero las investigaciones recientes sugieren que en ciertas frecuencias los sonidos altos puede hacer vibrar tanto el oído interno que cuando el sáculo también se sacude, sentimos lo mismo que si estuviéramos en caída libre. Por eso los sonidos altos nos producen una repentina sensación de placer. Según esta teoría el volumen tiene que estar por encima de los 90db, pero escuchar algo a ese volumen durante un tiempo podría acabar dañándonos el oído.

Curioso, ¿verdad? Lejos de estas investigaciones, lo que sí he comprobado durante mis años de experiencia es que el trabajo con música consigue en los niños un aumento de la capacidad de escucha y observación, un mejor autoconcepto y autoestima; reduce problemas de comportamiento y en consecuencia mejora el rendimiento académico. También aumenta las habilidades afectivas, comunicativas y sociales; y se incrementan las conductas cooperativas. Por ello, lo mejor es iniciarles en experiencias musicales cuanto antes.




Muchos papás ya han tomado conciencia de ello. Ahí os dejo una imagen de uno de mis grupos.

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